APUNTES TEOLÓGICOS SOBRE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

LA LIBERACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
La acción liberadora de Yavé, que sirve de modelo y punto de referencia a todas las otras, es el Éxodo de Egipto. Si Dios saca a su pueblo de una dura esclavitud económica, política y cultural, es con miras a hacer de él, mediante la Alianza en el Sinaí, - reino de sacerdotes y nación santa - Ex 19,6 - Dios quiere ser adorado por hombres libres. Todas las liberaciones ulteriores del pueblo de Israel tienden a conducirle a esta libertad en plenitud que no puede encontrar más que en la comunión con su Dios.
 El acontecimiento mayor y además fundamento del Éxodo tiene, por tanto, un significado a la vez religioso y político. Dios libera a su pueblo, le da una descendencia, una tierra, una ley, pero dentro de una Alianza y para una Alianza.
En su designio de salvación, Dios dió su Ley a Israel. Esta contenía, junto con los preceptos morales universales del Decálogo, normas cultuales y civiles que debían regular la vida del pueblo escogido para ser su testigo entre las naciones.
En este conjunto de leyes, el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, constituye ya el centro. Los Códigos y la predicación de los Profetas se refieren constantemente tanto a una como a otra, y muy a menudo a las dos a la vez. justicia según la ordenación jurídica del Pueblo de Dios. En este contexto es donde debe apreciarse el interés de la Ley Bíblica por los pobres, los desheredados, la viuda y el huérfano; a ellos se debe la justicia según la ordenación jurídica del Pueblo de Dios.
Los Profetas no cesan de recordar y a la vez denunciar que en el corazón endurecido del hombre está el origen de las transgresiones repetidas, y anuncian una Alianza Nueva en la que Dios cambiará los corazones grabando en ellos la Ley de su espíritu.
Al anunciar y preparar esta nueva era, los Profetas denuncian con vigor las injusticias contra los pobres; se hacen portavoces de Dios en favor de ellos. Yavé es el recurso supremo de los pequeños y de los oprimidos, y el Mesías tendrá la misión de defenderlos.
Partiendo de todas las formas de pobreza, de injusticia sufrida, de aflicción, los justos y los pobres de Yavé elevan hacia Él su súplica en los Salmos. Sufren en su corazón la esclavitud a la que el pueblo ha sido reducido a causa de sus pecados. Soportan la persecución, el martirio, la muerte, pero viven en la esperanza de la liberación.
Los pobres de Yavé saben que la comunión con Él es el bien más precioso en el que el hombre encuentra su verdadera libertad.  Para ellos, el mal más trágico es la pérdida de esta comunión. Por consiguiente el combate contra la injusticia adquiere su sentido más profundo y su eficacia en su deseo de ser liberados de la esclavitud del pecado.
GRACIA, RECONCILIACIÓN Y LIBERTAD
El centro de la experiencia cristiana de la libertad está en la justificación por la gracia de la fe y de los sacramentos de la Iglesia. Esta gracia nos libera del pecado y nos introduce en la comunión con Dios. Mediante la muerte y la resurrección de Cristo se nos ofrece el perdón. La experiencia de nuestra reonciliación con el Padre es fruto del Espíritu Santo. Dios se nos revela como Padre de misericordia, al que podemos presentarnos con toda confianza.
Reconciliados con él y recibiendo la paz de Cristo que el mundo no puede dar  estamos llamados a ser en medio de los hombres artífices de paz.
En Cristo podemos vencer el pecado, y la muerte ya no nos separa de Dios; ésta será destruida finalmente en el momento de nuestra resurrección, a semejanza de la de Jesús. Él mismo del que el hombre es centro y ápice, espera ser liberado de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Ya desde ese momento Satanás está en dificultad; él que tiene el poder de la muerte, ha sido reducido a la impotencia mediante la muerte de Cristo. 

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